EL ÚNICO INGREDIENTE indispensable para hacer vino es una uva en el punto exacto de maduración. Para que esta maduración se logre son necesarias ciertas condiciones geográficas, climatológicas y de composición de suelo que no en todas partes del mundo existen. Las zonas que reúnen estas condiciones son escasas y los países que cuentan con ellas son realmente privilegiados.

México es uno de esos pocos países que pueden producir vino de calidad. El municipio de Ensenada, Baja California, cuenta con siete valles vitivinícolas y en ellos se cultiva la uva que produce el 90% del vino mexicano. Entre ellos el de Guadalupe se ha convertido en emblema y símbolo de la industria vitivinícola de Baja California. Es un valle hermoso que en poco tiempo ha demostrado el increíble potencial de desarrollo que tiene.
Afortunadamente, la pasión por el vino y todo lo que lo rodea me ha llevado a visitar zonas vitivinícolas fuera de nuestro país, incluyendo Champagne, Loire, Burdeos y Borgoña en Francia; Napa, Sonoma, Santa Barbara y Temecula en California; Toro, Ribera del Duero, Rioja, Somontano y Calatayud en España; y Piamonte, Veneto, Friuli-Venezia-Giulia y Toscania en Italia. Cada una de esas regiones tiene su propia magia y sus propios vinos, con características particulares, únicas y representativas del pedazo de tierra que les dio origen.
En todas ellas he podido sentir y disfrutar lo que genera la viticultura a su alrededor: enoturismo, gastronomía, cultura y respeto. Respeto por la tierra, por el valor agrícola, por la vocación vinícola y por ser, en gran medida, el motor que mueve todo.
Nuestro Valle de Guadalupe también lo tiene todo: un terroir único e irreproducible para hacer vinos de excelente calidad, una ubicación geográfica particular y gran belleza natural. Como todas, también ha cumplido su misión de traer a la zona enoturismo, gastronomía y cultura, poniendo a Baja California en el mapa de la enología mundial.
Pero a diferencia de las otras regiones vitivinícolas que he mencionado, al Valle de Guadalupe le falta algo muy importante, algo que lo puede sofocar hasta ahogarlo y que le puede cortar las alas antes de terminar de emprender el vuelo. Eso que le falta es el RESPETO.
Respeto de las autoridades que, aparte de dejarlo sin agua por décadas (las concesiones de extracción representan el doble de la recarga natural anual del valle), no son capaces de ver más allá de sus propios intereses, aprobando cambios a la legislación de usos del suelo para ajustarlo a la medida y las necesidades de proyectos de bienes raíces extraños al valle que, en caso de realizarse, representarán un verdadero boicot a la vocación agrícola de este espacio único.
¿Imaginas, apreciable lector, lo que implicaría meter en el corazón del Valle de Guadalupe cientos de viviendas de alto nivel, numerosas haciendas, hoteles, centenares de unidades de tiempo compartido y campos de golf? ¿Imaginas lo que implicaría dotar un proyecto así de agua, drenaje, iluminación y servicios de abastecimiento? ¿Imaginas la reacción en cadena y el deterioro de nuestra vitivinicultura que esto desataría?
Yo prefiero no imaginarlo y luchar para evitarlo.
Cuando uno ha podido percibir el valor incalculable que tiene la industria vitivinícola en otros países del mundo es imposible entender cómo en México se atenta contra ella cuando está en pleno despegue.
Este es un mes de celebración. Por ello que levanto mi copa con ustedes y digo ¡SALUD! Salud por la permanencia del vino bajacaliforniano y el Valle de Guadalupe. Salud por la conservación de su vocación agrícola. Salud porque seremos capaces, unidos como sociedad contra las aberraciones del sistema mexicano, de mantener para siempre un Valle de Verdad.
Si quieres estar al tanto de lo que pasa en nuestros valles bajacalifornianos visita: facebook.com/porunvalledeverdad
> Escrito por Yolanda Ribó, propietaria y asesora de La Ribó Tienda de Vinos | (686) 566-7914.
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